EL DIAMANTE ENCANTADO (LEYENDA)




Cuentan los lugareños del poblado de Acatempan, municipio de Teloloapan, Guerrero, que hace muchos años en el cerro del Chinautla, situado a la orilla del poblado, a unos cuantos kilómetros del panteón de ese lugar, existía un “tial” —ellos le llaman así a un lugar del que brota agua todo el año.

Dicho tial o manantial estaba situado en la cúspide del cerro, cercano a un lugar conocido como “el pozo prieto”, porque el agua de ese pozo era de color negro y siempre estaba como aceitosa, de tal modo que ni los animales se acercaban para beber, porque tenía un olor y sabor raro. Dicen los ancianos del lugar que era de ese color negro porque ahí había petróleo. Pero eso nunca lo pudieron comprobar porque ese pozo finalmente se secó y se tapó con el paso del tiempo.

Para llegar al tial antes mencionado era necesario atravesar por "el pozo prieto", y antes de llegar a la punta del cerro estaba, y dicen algunos que aún está, un resumidero, en donde se siente que la tierra tiembla y sale aire de unas grietas que ahí se encuentran. Pasando ese resumidero, a unos cuantos metros, se encontraba el tial, el cual estaba situado en medio de un montículo pequeño de rocas de color azul, y de ahí brotaba un chorro de agua que no se secaba jamás, pues tenía agua abundante durante todo el año. Algunos de los campesinos que sembraban maíz en las laderas del cerro, iban a llenar sus bules de agua a ese tial, pues ahí brotaba agua fresca y clara, con la cual saciaban su sed. Para tal efecto, dejaron en el tial un zacual, con el cual sacaban el agua para llenar sus bules y cantimploras.

Pero ese tial tenía algo raro, que a todo mundo llamaba la atención, y eso raro era una cosa como piedra o vidrio del tamaño del fruto de un mamey, la cual se situaba en medio del tial, y cuando los rayos del sol pegaban en ella, ésta despedía unos fulgores radiantes de varios colores; es decir, brillaba como si tuviera luz propia, y dicha luz era tan intensa que lastimaba la vista de las personas que la veían directamente.

Los lugareños sentían curiosidad por esa piedra que brillaba, y varios de ellos intentaron agarrarla con la mano, pero ésta siempre se les escapaba de los dedos, yéndose al fondo del manantial o hacia una orilla. Otros intentaron atraparla con el zacual que ahí estaba, y con el cual sacaban el agua, pero sucedía lo mismo, pues al intentar atraparla la piedra se iba al fondo del pozo y desaparecía. Algunos otros llevaron cubetas grandes para intentar atrapar la piedra brillante, pero tampoco tuvieron éxito. Y en vista de que no pudieron sacar la piedra, al fin desistieron de sus propósitos y se dieron por vencidos.

Así pasaron muchos años y los pobladores se olvidaron de intentar sacar la piedra, y sólo iban al tial para llenar sus bules con agua, con la cual saciaban su sed y la de sus animales que les ayudaban en las labores del campo.

Pero un día domingo, que era el día en que los pobladores acudían a la ciudad de Teloloapan a vender sus mercancías, tales como maíz, frijol, canastas, chiquihuites y trojas hechas de otate, sucedió lo siguiente: dos vecinos de ese lugar se sentaron en el zócalo a platicar después de haber vendido sus mercancías. En la platica, salió a relucir el misterio del tial y la piedra que brillaba. Estaban tan ensimismados en su conversación, que no se dieron cuenta que a un lado de ellos se sentó un señor alto y güero, el cual escuchaba con atención todo lo que ellos platicaban.

Este señor resultó ser un gringo que andaba de paso por Teloloapan, y se interesó por la historia que los pobladores contaban. Fue tal su interés, que ofreció cien dólares para el que lo llevara a ese lugar donde estaba el manantial. Uno de ellos aceptó llevarlo y al día siguiente se dirigieron al cerro del Chinautla. Caminaron hasta llegar a la cumbre donde estaba el tial. El gringo quedó maravillado al ver la enorme piedra brillante; entonces, sacó un objeto metálico parecido a un caso para sacar agua. Colocó este objeto boca abajo, justo encima de la piedra brillante, y en un movimiento rápido, sumergió el objeto en el agua y lo sacó al instante.

Cuál no sería la sorpresa del campesino al ver que la hermosa piedra brillante, a la cual todo el pueblo había intentado atrapar, ahora se encontraba en manos del extranjero, el cual había encontrado la manera de atraparla sin ninguna dificultad. Esta piedra, ya fuera del agua y al pegarle los rayos del sol, brillaba con destellos fulgurantes y multicolores, como si fuera un arco iris, cuyos rayos inundaban todo el lugar. El gringo la tomó y la metió en un bolso que llevaba, y dándole al guía otros cincuenta dólares de propina, se retiró feliz, llevándose la piedra que por cientos de años había estado en medio del manantial.

Al día siguiente, cuando los campesinos llegaron al tial para llenar sus bules de agua, grande fue su sorpresa al darse cuenta que el manantial estaba completamente seco, y que de él no brotaba ni una sola gota de agua. Esto causó gran consternación en el pueblo. Durante varios días continuaban comentando este extraño suceso que nadie podía explicar.

Así pasó el tiempo, hasta que cierto día, un campesino se topó en su camino a un anciano de elevada estatura, de cabello largo y blanco y barba larga de igual color, el cual vestía completamente de blanco, y su ropaje parecía brillar como el sol. Éste se detuvo, y le dijo al campesino lo siguiente:

«hace muchos, pero muchos años, uno de tus antepasados, el cual era un hombre honrado, bueno y trabajador, se encontraba labrando su tierra y ya no tenía agua para saciar su sed; entonces levantó sus ojos al cielo y le pidió a Dios que le obsequiara agua para beber y seguir trabajando. Fue así que se le apareció un señor vestido de blanco, el cual cargaba una cantimplora llena de agua fresca, y le obsequió la mitad al campesino. Éste le preguntó que de dónde era, ya que nunca lo había visto por ahí y que dónde había encontrado esa agua. El señor de blanco le contestó: "'yo no soy de este lugar, pero soy de todos los lugares del mundo a la vez', tus deseos han sido escuchados y atendidos, sube a lo más alto del cerro, y ahí encontraras entre unas rocas, un manantial lleno de agua pura y refrescante, y en medio de él verás una piedra que brilla. Esa piedra es un enorme diamante de incalculable valor, pero ningún habitante de este lugar, ni de los alrededores, podrá sacarlo del manantial, pues si eso pasara, se secaría al instante. Ese manantial les dará agua durante muchos años, y sólo dejará de hacerlo hasta que un extranjero llegue a este lugar, y logre sacar al diamante del manantial".»

Y así fue como sucedió, el manantial brindó agua pura y cristalina a los campesinos hasta que el encantamiento llegó a su fin, cuando un poblador de ese lugar, por ganarse unos dólares, llevó al extranjero a la punta del cerro, quien al sacar el diamante del manantial rompió el encantamiento y éste se secó para siempre.

Si alguno de ustedes quiere visitar ese lugar, sólo tiene que pedir a un lugareño que lo guíe y lo lleve al cerro del Chinautla, y allá, en los más alto del cerro, encontrará las piedras azules y resecas por el sol y el tiempo, pero sin una gota de agua. Pero…tengan cuidado, pues ese lugar encierra muchos misterios y ahí suceden cosas extrañas e inexplicables, y muchos de los que van jamás regresan y nunca se vuelve a saber de ellos.

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muy buen camino mentario me dejaste misterioso?

      Eliminar
  2. Que bonita historia...muy interesante y para reflexionar sobre los tesoros que tenemos como pueblos,los cuales tenemos que valorar. Felicidasdes mi querido profr. Mario F. Delgado Castro x rescatar estas bellas historias��

    ResponderEliminar
  3. algun dia lo trende diamante del manantial de mexico usare para el bien sera nunca hay que dudar de dios ayudo presonas honrado, bueno y trabajador, se encontraba labrando su tierra y ya no tenía agua para saciar su sed algun dia quisiera hace mas presonas muchos

    ResponderEliminar
  4. Bella y misteriosa historia como todo lo que rodea nuestro municipio

    ResponderEliminar
  5. Soy nacido en la concordia.escale arriba
    Al cerro varias veses.su misterio más grande está en la punta más alta del cerro. Sube y entenderás porque.aparte de la ciudad encantada saludos.concordia.

    ResponderEliminar


Si deseas comentar pero no tienes una cuenta para hacerlo, puedes comentar seleccionando la opción comentar como "Anónimo" en el menú desplegable que te aparece abajo de la caja de comentarios.

También puedes elegir comentar con "Nombre/URL" para hacerlo más personalizado. :)